Constantemente los pobladores realizaron denuncias en los medios sobre el hostigamiento que sufrían del grupo rival; el año pasado mostraron videos con niños armados realizando tácticas militares y leyendo un comunicado y lo “único que recibieron fueron despensas y promesas de que iban a resolver sus casos”.
En esta zona es “normal que se enseñe a usar las armas a los niños” presume el coordinador y fundador de la CRAC-PF, Bernardino Sánchez Luna, pero aclara que no “es para hacer un mal, sino para que ellos aprendan a defenderse y seguir defendiendo nuestras comunidades del crimen organizado”.
Por Lenin Ocampo Torres
Ayahualtempa, Guerrero, 10 de febrero (ElSur).– Ayahualtempa salió a la luz luego de la presentación de 19 niños armados con palos y escopetas, el 22 de enero, que exigieron a las autoridades seguridad en sus comunidades y el regreso a sus escuelas después de un año de no asistir a estudiar.
Es una comunidad que pertenece al municipio de José Joaquín Herrera y colinda con la cabecera municipal que es Hueycantenago, donde se encuentra el grupo de la delincuencia organizada Los Ardillos que desde hace años la quiere someter, dice el comandante de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores (CRAC-PF).
Lo único que los divide es una cadena colocada en una de las calles principales, donde policías indígenas armados hacen guardia las 24 horas en espera de que el grupo rival entre a intentar tomar el pueblo.
“De esa calle para allá es territorio de Los Ardillos”, señala riendo el comandante; “estamos a 100 metros, digamos que aquí es nuestra frontera, si un compañero la cruza sabe que regresa muerto”.
En este pueblo la marginación es muy alta, los niños sólo asisten al kínder y a la primaria porque la secundaria y preparatoria se encuentra en los territorios del grupo rival.
“Desde cuando comenzó el conflicto hay temor y hubo varios hechos violentos contra los pueblos que no quieren someterse, los más afectados son los jóvenes que dejan la escuela para ir al campo”, revela el encargado de la zona durante el recorrido por el poblado.
Esta parte de la Montaña Baja de Guerrero salió a la fama luego de la presentación de 19 niños armados con palos y escopetas, el 22 de enero; antes de esta acción las comunidades estaban olvidadas por las autoridades.
Constantemente los pobladores realizaron denuncias en los medios sobre el hostigamiento que sufrían del grupo rival; el año pasado mostraron videos con niños armados realizando tácticas militares y leyendo un comunicado y lo “único que recibieron fueron despensas y promesas de que iban a resolver sus casos”.
En esta zona es “normal que se enseñe a usar las armas a los niños” presume el coordinador y fundador de la CRAC-PF, Bernardino Sánchez Luna, pero aclara que no “es para hacer un mal, sino para que ellos aprendan a defenderse y seguir defendiendo nuestras comunidades del crimen organizado”.
El coordinador pone de ejemplo de “que si no realizaran estas tareas de defensa, estarían igual que las comunidades donde la gente sale desplazada de sus tierras, salen con miedo y se olvidan de defender lo suyo; en el caso de nosotros es enseñar a nuestros hijos a defendernos y defender lo que es nuestro”.
Para pertenecer a la CRAC-PF se necesita ser avalado por las asambleas de los pueblos, ellos son los que designan quiénes son los que vigilarán las comunidades sin goce de sueldo “sólo se entrenan los niños si sus padres están de acuerdo, si el niño no quiere no se le obliga”, menciona el coordinador.
Además, a los “niños que quedaron huérfanos por la violencia no se les da armas, porque si les enseñamos a usarlas es seguro que ellos tomen venganza y esa no es la idea, lo que queremos es que ya no haya peleas”.
La comunidad se encuentra en la carretera Chilapa-Hueycantenango (a dos horas de Chilpancingo), es un llano donde la mayoría de las casas son de adobe y techos de teja. Algunas calles tienen pavimentación y otras son de pura tierra. En la plaza central se encuentra una iglesia que hace honor a San Miguel Arcángel.
La gente vive del campo, siembra maíz, frijol y calabaza; otros llegan a producir plátano y tener marranos y chivos que es el único ganado que se ve en la zona.
En la comunidad hay al menos 800 habitantes, de ellos 300 son menores de edad y sólo seis niños ocupan armas de verdad y realizan tareas de vigilancia los fines de semana.
El comandante de la CRAC-PF en la zona señala que la mayoría de los pobladores “vive con mil pesos mensuales, no hay mucho que gastar, producimos lo que comemos; tampoco hay muchas formas de ganar más dinero, por eso recriminamos lo que dice el Presidente (Andrés Manuel López Obrador) de que somos sicarios, si fuera así tuviéramos nuestras camionetotas y casotas, debería de venir antes de hablar para que conozca la situación”.
Por la mañana los indígenas salen al campo a recoger lo que sembraron, caminan dos horas para llegar a sus parcelas y son vigilados por un grupo pequeño de policías comunitarios; a las 5 de la tarde regresan al pueblo luego de su jornada de trabajo.
Los niños que son autorizados para ser adiestrados por la CRAC-PF llegan a la cancha del pueblo a las 6 de la tarde. Ellos sólo reciben entrenamiento los lunes, miércoles y viernes.
Sólo seis de los menores portan armas reales, los demás pequeños cargan rifles construidos con madera y tubos con los que realizan las indicaciones que un comandante les da.
Como parte del entrenamiento marchan por la comunidad, donde realizan el paso redoblado y paso corto, además del manejo del arma; en esta ocasión por la presencia de los medios ocupan un pañuelo para tapar su rostro, “pero por lo regular lo hacen con la cara descubierta”.
Desde hace varios días Ayahualtempa es visitado por varios periodistas nacionales e internacionales, la idea es retratar y sacar historias de los niños armados que recorrieron en imágenes los medios mundiales y que en algunos casos son criticados por la acción que realizaron.
A los miembros de la CRAC-PF no les preocupa, ellos reciben “al que llegue, antes ni nos pelaban, ahora se dan cuenta de la situación de violencia que hay en el estado, los jóvenes no van a la escuela, dejan de estudiar y ya no hay oportunidades, sólo quedarse en sus pueblos”, dice Bernardino.
Bernardino Sánchez Luna es uno delos fundadores de la CRAC-PF, desde el año de 1999 comenzó a intentar armar un grupo de defensa de las comunidades contra delincuentes que asaltaban en sus caminos.
“No tuvimos suerte, sólo se organizo Rincón de Chautla y otras dos comunidades, pero desde ese tiempo creímos que la autodefensa era la mejor salida para que no nos pasara nada”.
En el 2006 Rincón de Chautla fue atacado por pobladores de Zacapexco, en ese ataque que se dio el 10 de mayo hirieron a su hermano David que también es coordinador de la CRAC-PF.
“Mi hermano quedó herido de la pierna, nosotros fuimos al Ministerio Público de Chilapa a interponer una denuncia y al salir fuimos detenidos, pasamos 2 años y 10 meses en la cárcel acusados de un delito que nos imputaron”.
Bernardino señala que el ataque fue por una venganza donde los “abuelos de las comunidades murieron, viene de 1974 y hasta el 2006 las familias resentidas llegaron al pueblo a intentar cobrarse lo que pasó, cuando la mayoría de nosotros ni habíamos nacido”.
Después de que salieron de la cárcel siguieron organizándose para defender su territorio, aunque sólo lograron que dos comunidades se unieran a ellos.
En el 2013 entraron Los Rojos, al mando de Zenén Nava, «El Chaparro» en la zona, comenzaron a preguntarles a los “niños a qué nos dedicamos, quiénes son sus papás, qué propiedades teníamos y otras cosas”, es ahí donde más comunidades se unen y forman la CRAC-PF.
“Luego de que Los Rojos vieron que nos organizamos, ya no regresaron”, pero eran apenas 12 policías.
En 2015 se formó el grupo Paz y Justicia “donde aún no había problemas, pues no se metían con nosotros y tampoco levantaban”.
En el año 2017 secuestraron a un poblador de Zacapexco, “nosotros les hablamos para que lo liberaran, Los Ardillos nos dijeron que era una confusión y nos dijeron que lo iban entregar”.
Los pobladores acudieron al punto donde les entregaron a su compañero, pero en el lugar el grupo armado les dijo que les dejaran “utilizar su carretera y que si ellos entraban les daban armas y camionetas; la gente les dijo que no, pero que sí podían ocupar la carretera siempre y cuando no entraran a las comunidades a hacer males, después comenzaron a secuestrar a nuestra gente y matarla; desde ahí entramos en guerra”, finaliza Bernardino Sánchez.
Actualmente la CRAC-PF cuenta con al menos 600 indígenas armados en comunidades pertenecientes a Chilapa y José Joaquín Herrera, los pobladores han señalado a los medios que no dejarán las armas y que seguirán adiestrando a los niños para que defiendan sus comunidades.